Educación sexual para cuidar a los más jóvenesVigente

13 noviembre 2018
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El artículo que les compartimos coincide  en su aparición con el debate que la sociedad argentina – no solamente la comunidad educativa- está dando en este momento con respecto a la necesidad de impartir educación sexual y salud reproductiva en la escolaridad obligatoria de niños y adolescentes. El foco de la autora, Fernanda Sández, es la necesidad práctica de brindar a los alumnos herramientas concretas y eficaces para evitar abusos y prevenir embarazos adolescentes y riesgos en la salud sexual y reproductiva. Tan claro como eso; sin contradicción con las leyes que rigen nuestro sistema educativo ni posturas ideológicas que obstaculicen el diálogo o impidan la aplicación de una ley que el Congreso Nacional aprobó.

Nos parece atinado destacar que el mayor clamor por la educación sexual proviene de los alumnos, que denunciaron su inexistencia o su insuficiencia en las pruebas Aprender. Así que es más una demanda de quienes están destinados a recibirla, que una imposición de quienes deben enseñarla (los docentes) u ordenar y garantizar su enseñanza (los funcionarios públicos).

Por cierto, es una demanda coincidente con los postulados de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre el punto: «la educación sexual es los que necesitan los adolescentes para la prevención de embarazos no deseados y de otros riesgos relacionados con la salud sexual y reproductiva»

Para acentuar la dramática necesidad de una educación sexual que proteja y dé libertad de decisión (para el “sí” y para el “no”) a jóvenes y adolescentes, recordemos que el mayor número de embarazos adolescentes se registra en las provincias que han rechazado la educación sexual como contenido educativo. Y que son en general las provincias de pensamiento y cultura más tradicional, donde se naturalizan los sometimientos y por tanto, se ocultan o mimetizan. Al respecto, de nuestra sección Educación y Género: “Un silencio que hace cada vez más ruido”, de la misma autora, sobre el embarazo adolescente; y “Chaco, Formosa y Misiones, con más embarazos de chicas de entre 10 y 14 años”, a continuación de este mismo artículo. .

Al final, encontrarán publicaciones   de nuestra biblioteca virtual sobre educacion sexual propuestas  por las autoridades nacionales del Ministerio de Educación y Deportes sobre los contenidos a enseñar en cada uno de los tres niveles de enseñanza obligatoria (inicial, primaria y secundaria) y materiales didácticos elaborados por el portal  nacional EducAR

Aquí, el artículo completo:

 

En la Argentina, cada 10 minutos, una adolescente pare un bebé. En 2013, al cabo de un año, hubo 114.125 bebés de mamás menores de 20 años y 3261 cuyas mamás no tenían ni 15 años. También en la Argentina existe desde hace 12 años una ley, la 26.150, que busca garantizar el derecho de niños, niñas y adolescentes a recibir educación sexual integral. Esto es, su derecho a recibir “conocimientos pertinentes, precisos, confiables y actualizados sobre los distintos aspectos involucrados en la educación sexual integral”.

En estos días posteriores al tratamiento en el Congreso del proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo (IVE), dos colores (verde y celeste) siguen odiándose sin pausa. Solo que ahora ya ha quedado en evidencia que la disputa no era por el acceso al aborto legal, sino de un choque entre distintas visiones del mundo. De modos de ver, incluyendo la defensa del más terrible de los derechos: el derecho a la ceguera. A no ver lo que está ahí, frente a nosotros.

En octubre de 1608, un matemático italiano colocó en un tubo de cuero dos lentes: una cóncava, otra convexa. Luego enfocó con su artilugio el cielo nocturno. Lo que vio lo dejó deslumbrado, y temblando. Sobraban cuerpos y texturas. Júpiter, en un exceso de libertad, hacía girar no una, sino cuatro pequeñas esferas a su alrededor. Galileo Galilei invitó a otros a mirar semejante prodigio a través de su aparato. Algunos religiosos se negaron. Otros miraron, pero atribuyeron lo que veían a la intervención diabólica.

Las cosas rara vez son como las imaginamos ni como desearíamos que fueran. Nadie desea un país en donde niñas, adolescentes y jóvenes muchas veces gestan y paren no solo sin haberlo deseado, sino también sin haber podido impedirlo. Sin saber siquiera que esa caricia, así venga de parte de alguien muy cercano, si genera incomodidad o se viste de secreto (“no se lo digas a nadie”) no está bien y debe disparar el pedido de ayuda.

De esta clase de cosas habla la Educación Sexual Integral (ESI). En el nivel inicial refiere al propio cuerpo, al respeto, a la afectividad. Los materiales están disponibles en línea, en la página del Ministerio de Educación (y en nuestra página web, como lo indicamos debajo). Tanto los de educar como los del ministerio  Y basta con revisarlos para entender por qué esta ley sancionada hace más de una década incomoda: porque da a nenes, nenas, adolescentes y jóvenes la posibilidad de contar con un espacio en donde hablar de eso de lo que nadie habla. Como si las cosas desaparecieran con solo dejar de nombrarlas. Con cerrar los ojos.

A cerrar los ojos entonces. A no reparar en la atroz coincidencia: las provincias con más altas tasas de embarazo adolescente suelen ser, también, las que no adhirieron a la ESI. Esa que, según la Organización Mundial de la Salud, es “lo que necesitan los adolescentes para la prevención de embarazos no deseados y de otros riesgos relacionados con la salud sexual y reproductiva”. “Muchos padres temen que a sus hijos se les ‘hable de sexo’”, dice al respecto Débora Kozak, rectora del Colegio Normal 1, de CABA. “Sería interesante averiguar a qué se refieren, teniendo en cuenta que la sexualidad involucra cuestiones biológicas, psicológicas, sociales, antropológicas, etcétera. La ESI aborda temáticas inherentes al cuidado, la prevención, la identidad sexual, la diversidad. Hay muchos mitos sobre la sexualidad que ponen en riesgo las infancias”, destaca.

Un riesgo que, según señala un informe conjunto de Unicef y de Cippec llamado Adolescencias en las provincias, se perpetúa y agrava en la adolescencia. Frente a esto, el estudio propone 3 ejes de acción, el segundo de los cuales es “garantizar el cumplimiento de la ley nacional 26.150 de educación sexual integral en todos los establecimientos educativos”. Sin embargo, según el Operativo Aprender 2017, 8 de cada 10 estudiantes aseguraron no haber tenido ESI. Ninguna sorpresa teniendo en cuenta que el presupuesto específico se recortó en más de 10 millones de pesos, pasando de $32 millones en 2017 a solo $21,8 en 2018. Pero, además, la cifra de docentes capacitados en ESI cayó de 55.000 en 2015 a 1050 en 2017. ¿Cómo se espera entonces que la tasa de embarazo adolescente disminuya? ¿Qué clase de herramientas de protección se da a los y las alumnas para evitarlo?

Más allá de la defensa de la ESI hecha por muchos legisladores, esa ley nunca se aplicó plenamente. Frente a esto, el 4 de septiembre se llegó a un dictamen de amplio acuerdo para que la norma pasara a ser de orden público: obligatoria en todo el territorio nacional, de modo que ningún establecimiento educativo (estatal o privado, confesional o no) pudiese privar a ningún estudiante de su derecho a recibir educación sexual integral.

Ese mismo día, un grupo de personas asistió al debate, rezó el rosario en plena sesión y cuando hubo dictamen estalló en un grito: “Con mis hijos no te metas”, un eslogan surgido en Perú hace dos años con el mismo objetivo: negar el acceso a la educación sexual a alumnos y alumnas, con el argumento de que “los hijos son de los padres”.

Los hijos no “son” de los padres ni del Estado. No son objetos, sino sujetos de derechos cuyo garante es el Estado. Hubo en la resistencia a esta ley y a su reciente modificación tanto de desconocimiento como de mala intención. Desconocimiento: en ninguna instancia de la ESI se “enseña” masturbación y es falso que los niños y las niñas deban desnudarse en las clases. Mala intención: un grupo de padres tucumanos contrarios a la ESI difundieron como parte de los materiales oficiales una lámina de la ONG Chrysa- llis, dedicada a la niñez trans.

María de los Ángeles Roberto es profesora de Letras y magíster en Sagradas Escrituras. Acaba de dar una conferencia en Salta sobre separación de Iglesia y Estado, y destaca que allí, “hasta hace muy poco, en las escuelas estatales había educación religiosa católica. Pero en los barrios se dan talleres de ESI y el 60% de las mujeres que asisten son madres muy jóvenes que tuvieron que dejar sus estudios por embarazo”, precisa. Y agrega que “los chicos y las chicas de Salta ya están transformando esa situación porque saben que, a pesar de los fantasmas de la ignorancia que inculcan los sectores más retrógrados, la ESI es una forma de prevenir el embarazo, las enfermedades de transmisión sexual y la violencia de género de todo tipo, especialmente el abuso sexual intrafamiliar”.

Hablar de “lo que no se debe” le costó a Galileo la persecución y el encierro. El 12 de abril de 1633, con casi 70 años, tuvo que ponerse de rodillas ante el tribunal inquisitorial y retractarse. Debió esperar 359 años, cuatro meses y nueve días a que la Iglesia le pidiera perdón.

Las cosas rara vez son como las imaginamos ni, menos aún, como desearíamos que fueran. Nadie desea un país en donde niñas, adolescentes y jóvenes muchas veces gestan y paren sin haberlo deseado y sin haber podido impedirlo. Para eso es la ESI: para evitar que esto siga pasando. Para que millones de chicos y chicas no sigan pagando con sus cuerpos –cuando no también con sus vidas– el costo de tanta ceguera voluntaria.

Los hijos no “son” de los padres ni del Estado; no son objetos, sino sujetos de derechos.

Hubo en la resistencia a esta ley y a su reciente modificación desconocimiento y mala intención

 

Por Fernanda Sández, para La Nación del 5 de noviembre de 2018. La imagen corresponde a la ilustración del artículo original.

 

Chaco, Formosa y Misiones, con más embarazos de chicas de entre 10 y 14 años
Así lo revelan las últimas estadísticas publicadas; fuerte desigualdad territorial en el acceso al cuidado de la salud

 

Chaco, que en los últimos días fue noticia por la muerte de una chica de 13 años y su bebé tras llegar en grave estado de salud, es la segunda provincia del país con más embarazos precoces. Datos oficiales indican que se ubica entre su vecina Formosa y Misiones en la cantidad de “madres niñas”. Pero son más de la mitad de las provincias las que están en una situación tan grave, si se tiene en cuenta que superan el valor promedio de todo el país.

Cada año nacen en la Argentina entre 2500 y 3000 bebés de madres menores de 15 años. La mayoría tienen entre 10 y 14 años, como publicó el año pasado La Nación tras la presentación del informe de Unicef Argentina sobre el estado de la adolescencia. “Cuanto menor es la edad de la madre –se señaló, entonces–, más probable es la existencia de abuso sexual y mayores son los riesgos de salud asociados para ellas y sus hijos”.

Una mirada a las últimas estadísticas vitales disponibles del país devuelve datos de una enorme desigualdad territorial en el acceso a derechos fundamentales y servicios de salud que cuiden el bienestar y la vida de las más chicas. Trece provincias superan el promedio para el país de partos en menores de 14 años.

La adolescente de 13 que murió la semana pasada en el Hospital Perrando de Resistencia estaba embarazada de 29 semanas y llegó a lo que fue su primera consulta obstétrica solo por la avanzada fragilidad de su salud. Neumonía, anemia y desnutrición crónica fueron los primeros diagnósticos que confirmaron los médicos tratantes. Su bebé, de 29 semanas de gestación, murió tras la cesárea que se hizo por el alto riesgo que evaluaron los profesionales para la salud materna y fetal. El pequeño pesó menos de un kilogramo. La menor, según trascendió, vivía en El Sauzalito con un joven de 19 años y su familia, y no iba a la escuela.

Chaco es la segunda provincia con la cantidad más alta de nacimientos en chicas de entre 10 y 14 años, después de Formosa. En números, 5,6 por cada 1000 formoseñas y 4,4 por cada 1000 chaqueñas de esas edades tuvieron un hijo en 2016, comparado con 1,4 por cada 1000 chicas argentinas. Es decir, que la diferencia es más del triple del valor total país para los partos de madres niñas.

Indicadores graves

Esa realidad se mantiene para el embarazo adolescente, de chicas de entre 15 y 19 años. Mientras en 55,9 por cada 1000 adolescentes argentinas tuvieron un bebé en 2016, en territorio chaqueño se convirtieron en madres 82,6 por cada 1000. Misiones y Formosa registran valores aún más altos: respectivamente, 87,1 y 85 de cada 1000 adolescentes tuvieron un hijo ese mismo año.

“Son las tres provincias con los indicadores más graves en cuanto al acceso a la salud sexual y reproductiva del país en la población en edad reproductiva y, en particular, en la de niñas y adolescentes”, indicó a la nacion una fuente con acceso a los registros provinciales.

“Entre los 10 y 14 años son embarazos producto del abuso sexual. Con la normativa vigente, todos los casos se encuadran en las causas de la interrupción legal del embarazo (ILE). Y esas niñas no tuvieron acceso (al procedimiento)”.

Las estadísticas indican que el 60% de las provincias supera el promedio nacional de embarazos adolescentes, que son el 13,8% de los 728.035 partos que hubo en 2016 en la Argentina. Cinco provincias encabezan esa lista: Formosa, Chaco, Santiago del Estero, Misiones y Corrientes, según un informe sobre estadísticas vitales de natalidad y mortalidad que publicó este año la Dirección de Estadística e Información de Salud de la cartera sanitaria nacional.

El aborto no es punible en nuestro país cuando el embarazo es resultado de una violación o, de continuar, pondría en riesgo la salud o la vida de la mujer. Chaco, donde murió la adolescente de 13 años de la comunidad qom de El Sauzalito, está entre las 10 jurisdicciones que adhieren al protocolo nacional para la ILE y cuenta con un Programa Provincial de Salud Sexual y Reproductiva, responsable de brindar “la educación, la información, los métodos y las prestaciones de servicios que garanticen el derecho humano a decidir libre y responsablemente las pautas inherentes a su salud sexual”, define una ley provincial.

El año pasado, en los hospitales chaqueños se practicaron seis ILE, según informó oficialmente.

En lo que va del año, el Ministerio de Salud Pública provincial recibió de la Dirección de Salud Sexual y Reproductiva nacional 814.659 tratamientos anticonceptivos hormonales, incluida “la píldora del día después”, preservativos y dispositivos intrauterinos (DIU), además de pruebas de embarazo.

 

Por Fabiola Czubaj, para La Nación del 13 de noviembre de 2018.

 

Material informativo:

 

Cuadernillos con orientaciones, recursos y propuestas para trabajar la Educación Sexual Integral en la especificidad del nivel Secundario, Primario e Inicial. (Ministerio de Educacion y Deportes de la Nación)

 

 

 

 

Serie de programas audiovisuales «¿Y ahora qué?» Pubertad y Educación, para abordar los cambios físicos, sociales y emocionales de la pubertad. Estos materiales, producidos  con animaciones, ficciones y testimonios documentales, permiten trabajar temáticas relativas a la educación sexual y se enmarcan en  la Ley de Educación Sexual Integral, sancionada en el año 2006, que establece el derecho de todos los chicos y chicas a recibir educación sexual integral.

 

La serie de programas «Y ahora qué» es un proyecto del equipo del canal Paka Paka en articulación con el Programa Nacional de Educación Sexual Integral.

 

Para acceder a la serie de audiovisuales clickear aquí.

 

Aquí, información útil para consultas sobre salud sexual y reproductiva en la Ciudad de Buenos Aires.