¿Otro capítulo de la serie «Chicas de Barrio»?

18 julio 2017
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Como venimos diciendo, uno de los objetivos de esta Sección «Educación y Género» es poner de manifiesto paradigmas discriminatorios hacia la mujer, que se repiten «por inercia social», sin reflexión suficiente por parte de quienes, al reiterarlos, los naturalizamos y hacemos más fuertes. Para cumplir con este objetivo, es que les proponemos el análisis de los textos y contextos en que esto ocurre.

En esa línea, hace quince días publicábamos bajo el título de “Una Vieja de Barrio Norte”, un análisis sobre el calificativo que el periodista Chiche Gelblung le dedicaba a su colega Jorge Lanata, en tono y con intención claramente despectivos.

Hoy volvemos sobre el punto, porque fue precisamente Lanata el que eligió sazonar el monólogo de apertura de su programa televisivo del día 9 de julio último, con una de estas «bombas de penetración»: calificó como “propias de la Tota y la Porota” una conversación farsesca y denigrante de la expresidente Kirchner con su colaborador Oscar Parrilli.

A propósito, como siempre, nos quedamos pensando: ¿Entonces el “chismerío” de barrio es una cualidad exclusiva de las mujeres?, ¿y, además, una cualidad definitoria?; ¿o «chismosean» también Toto y Poroto?

Y más, ¿si efectivamente «chismoseamos» todos, lo predicamos como exclusividad de las mujeres porque se trata de una actividad socialmente desvalorizada, o improductiva, o…?

Como estas respuestas las sabemos todos, mejor nos preguntamos otra cosa: ¿qué sienten las mujeres frente a la reiteración de estos patrones? Más aún, ¿reaccionamos de alguna manera frente a esto?

El lenguaje diario de los argentinos está plagado de actitudes machistas, ofensivas para todo aquel que analice con seriedad el contenido de los dichos, imágenes y piezas audiovisuales que nos rodean en la actualidad durante todo el día.

Por eso nos interesa tanto analizar tan diferentes textos y contextos como noticias del diario, publicidades audiovisuales y gráficas, artículos de revistas, blogs, lo que escuchamos en la calle, los diálogos en el colectivo. No permitamos que se naturalice lo que no es natural, lo que no es aceptable. Los seres humanos somos iguales, sin distinción ninguna (raza, edad, genero sexo) y consideramos muy destructivo que desde el lenguaje y las conductas se discrimine y se vapulee, en este caso, a la mitad del género humano.

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