1968. Quisimos ser

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"1968. Quisimos ser" remite a los sueños de un grupo de alumnos de la Escuela Número Once de Villa Ballester. Qué querían ser cuando terminaron séptimo grado y qué fueron. Pero este libro es también el sueño cumplido de su autor, el periodista Eliseo Alvarez, que se propuso reunir a sus ex compañeros de primaria y restaurar el colegio que los vio crecer. Sin pretenderlo, 1968. Quisimos ser es también un recorrido por los últimos cuarenta años de nuestro país. La vida de cada uno de los protagonistas sintetiza la historia de los hijos de inmigrantes, de la escuela pública, de la transformación de los barrios y, en definitiva, de la Argentina. El libro de Eliseo Álvarez es un conmovedor y peligroso ejercicio de nostalgia. No creo que muchos se atrevan a remover de este modo su memoria. Se parece a una de esas mudanzas que hacemos al cambiar de residencia. Se abren cajones, armarios, maletas y cajas amontonadas en el desván y aparece el tumultuoso pasado y sus encabritadas criaturas olvidadas, impacientes y ansiosas por encontrar de nuevo en tu cabeza un lugar en donde existir. Esta multitud habla de un mundo perdido pero impetuoso. Los personajes hablan, sonríen, se entristecen o celebran sus viejas ensoñaciones. La historia es un gratificante fresco sobre la tormenta del tiempo: lo que fuimos, lo que somos, lo que recordamos, lo que perdimos… El relato nos invita a mirar atrás sin que Teseo ni la mujer de Lot cumplan su profecía: mira atrás, vale, de acuerdo, pero sigue tu camino. Basilio Baltasar

"1968. Quisimos ser" remite a los sueños de un grupo de alumnos de la Escuela Número Once de Villa Ballester. Qué querían ser cuando terminaron séptimo grado y qué fueron. Pero este libro es también el sueño cumplido de su autor, el periodista Eliseo Alvarez, que se propuso reunir a sus ex compañeros de primaria y restaurar el colegio que los vio crecer. Sin pretenderlo, 1968. Quisimos ser es también un recorrido por los últimos cuarenta años de nuestro país. La vida de cada uno de los protagonistas sintetiza la historia de los hijos de inmigrantes, de la escuela pública, de la transformación de los barrios y, en definitiva, de la Argentina. El libro de Eliseo Álvarez es un conmovedor y peligroso ejercicio de nostalgia. No creo que muchos se atrevan a remover de este modo su memoria. Se parece a una de esas mudanzas que hacemos al cambiar de residencia. Se abren cajones, armarios, maletas y cajas amontonadas en el desván y aparece el tumultuoso pasado y sus encabritadas criaturas olvidadas, impacientes y ansiosas por encontrar de nuevo en tu cabeza un lugar en donde existir. Esta multitud habla de un mundo perdido pero impetuoso. Los personajes hablan, sonríen, se entristecen o celebran sus viejas ensoñaciones. La historia es un gratificante fresco sobre la tormenta del tiempo: lo que fuimos, lo que somos, lo que recordamos, lo que perdimos… El relato nos invita a mirar atrás sin que Teseo ni la mujer de Lot cumplan su profecía: mira atrás, vale, de acuerdo, pero sigue tu camino. Basilio Baltasar