Prácticas de lectura y escritura

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La red de Universidades Lectoras es una experiencia de 15 universidades de España y Portugal que han decidido coordinar sus políticas institucionales e iniciativas de formación e investigación en relación a la lectura y la escritura.
De entrada, cabe preguntarse qué papel puede tener la lectura y la escritura en la Universidad europea actual. En principio, todos parecen estar de acuerdo en la trascendencia de las habilidades comunicativas para la formación de la mayoría de las competencias profesionales básicas. Sin embargo, en la prác-tica, no es fácil articular temas como la lectura y la escritura académica, el papel de las nuevas tecnologías, la edición universitaria o la alfabetización informacional. Además, se ha abierto una gran separación entre la “cultura letrada” de que hablar el profesor Roger Chartier y las nuevas prácticas de lectura y escritura que se han generado desde Internet. No se está consiguiendo que las nuevas generaciones, los llamados “nativos digitales”, se apropien, como parte de su acervo cultural, de la gran tradición clásica, del mundo del libro, el ensayo, etc., y eso ocurre en gran medida por un problema de educación que empiezan en los niveles básicos y acaba en la Universidad.
Escribir y leer, como dice Le Clezio, es como estar atento al rumor del mundo, que además, como bien dice M. Oakeshott, no habla con una voz única, sino a través de voces y lenguajes diferentes. Entonces la lectura se convierte en ese “cruce de conversaciones”, algo que la tradición española conoce bien a través del “Quijote”. La superespecialización de las universidades no debería estar reñida con este sentido humanista, a través del cual lo importante no es tanto ciertos contenidos o libros, como si la cultura fuera un canon cerrado, sino la sensibilidad para aprender y dialogar todo lo que desde los campos de la política, la economía, la ciencia, el arte, la literatura, la filosofía o la tecnología se pueda aportar. Por eso nosotros en nuestra Red damos prioridad al trabajo transversal, de forma que podamos colaborar todos, educadores, filólogos, comunicadores, científicos, creadores, etc. en este mismo objetivo común de hacer de la lectura y la escritura no sólo una herramienta funcional sino una seña de identidad para el universitario.

 

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