Experiencias innovadoras en educación: José C. PazFinalizado

14 noviembre 2016
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Continuando con nuestra serie de publicaciones que narran las experiencias innovadoras de las escuelas que obtuvieron este año el Premio Comunidad a la Educación, de la Fundación La Nación, les acercamos ahora el caso de la escuela de José C. Paz que se propuso usar la tecnología audiovisual como elemento de investigación, para recabar información, documentarla y narrarla en formato de cortometraje: una apuesta para incentivar a los alumnos a hacer trabajos prácticos sobre diversas temáticas de Ciencias Sociales.

 

Alberto López Camelo elige ser docente en el conurbano bonaerense, más precisamente en José C. Paz, donde el desempleo, la falta de recursos y la inseguridad son moneda corriente entre las familias de sus alumnos. A pesar de las problemáticas con que se topa a diario, este hombre de 57 años disfruta trabajar en la Escuela de Educación Secundaria N° 1 porque todos los días vuelve a su casa sintiendo que les dejó «algo positivo» a los jóvenes.

«Busco que los chicos se interesen por lo que a mí me apasiona: la historia», dice con una sonrisa y deja al descubierto la razón que dio origen al proyecto «Documentar el barrio», a través del cual los chicos producen documentales audiovisuales sobre temáticas propias de su interés, relacionadas con su entorno. Se trata de una forma diferente de acercarlos a las ciencias sociales.

Luz, cámara, acción

«Como los chicos se sienten muy atraídos por los medios audiovisuales, los utilizamos como formato de investigación. Cuando vos les decís que hagan un trabajo práctico, ¿qué es lo que hacen generalmente? Copian de Internet. En este caso, los mismos alumnos tienen que investigar, consultar a especialistas en la temática, hacer las entrevistas, armar el guión, filmar, aprender a editar y organizar las tareas en equipo para producir los cortometrajes», expresa López Camelo.

Los 30 jóvenes que anualmente forman parte del taller de cine lo hacen de forma voluntaria, en horario extra escolar, incluso sábados y domingos. «Primero vemos la teoría y después les doy total libertad para que ellos mismos armen sus producciones. Resuelven por sí solos los problemas que van surgiendo y fortalecen su poder de decisión», continúa este docente que, varias veces, ha puesto dinero de su bolsillo junto a otros profesores para comprar los equipos de filmación y edición.

En total llevan más de 25 producciones realizadas que reflejan un trabajo profesional, serio y comprometido por parte de los alumnos, incluso uno de los documentales fue traducido al danés para tratar el tema de la discriminación en una escuela de ese país que solicitó el material.

«La mayoría de los chicos que pasa por el taller termina estudiando una carrera universitaria o terciaria», asegura López Camelo. Tal es el caso de Daniela Machuca, que sueña con ser bioquímica y relata: «Yo soy muy tímida y antes no hablaba absolutamente nada. Eso era una gran dificultad porque el año que viene voy a entrar a la universidad. Este proyecto me ayudó mucho a expresarme, me abrió la cabeza y me hizo conocer otras realidades, despejarme y salir de los problemas que hay a mi alrededor».

En esto coincide su profesor: «Para muchos chicos esta escuela es un océano de tranquilidad. Hay quienes, aunque haya un diluvio universal y las calles estén llenas de barro, van a venir igual porque acá se sienten cómodos».

*De “Creatividad: docentes que desafían el formato tradicional”, por Teresa Zolezzien para La Nación del jueves 27 de octubre de 2016.

 

 

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