Caja de ahorro para menores de edad: un recurso práctico y útil para la educación económica y financiera de los jóvenes.Vigente

29 agosto 2017
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No importa si sos pobre o rico, si sos joven o mayor: la digitalización y la bancarización han llegado a la vida de todos y aún para quienes reciben la Asignación  Universal por Hijo. La educación financiera se hace necesaria.

En el caso específico de los jóvenes menores de edad, esta novedad que comunicamos tiene un valor práctico incalculable

Replicamos un artículo referido a la autorización emanada del Banco Central de la República Argentina para la creación de cajas de ahorro gratuitas para menores de edad. Lo hacemos porque consideramos que se trata de una herramienta práctica sumamente útil para la educación financiera de los jóvenes de todos los niveles económicos de nuestra sociedad.

Siendo la digitalización de todos los datos de la previsión social y la consiguiente bancarización de todas las personas que las reciben un hecho incuestionable en la coyuntura actual y que la tendencia es de  su intensificación hacia futuro, la educación en algunos aspectos económicos y financieros es un imperativo para que la operatoria de los adultos de mañana sea más informada, racional y con un grado de conciencia mayor acerca de derechos, obligaciones, costos y beneficios a los que todos podemos acceder.

Más allá de esta función específica, digamos “bancaria” o financiera, las cuentas para menores recientemente autorizadas brindan una ayuda inestimable para reafirmar un capítulo de la educación económica básica: el manejo del propio dinero. Constituyen, en efecto, un excelente recurso pedagógico, complemento (¿o evolución?) de “las mensualidades”, una táctica muy utilizada por los padres preocupados en impartir a sus hijos estas lecciones.

Días atrás publicábamos en nuestra sección Educación y Género otro artículo relacionado con las finanzas, referido a la asimetría en el tratamiento que reciben las mujeres en el mercado crediticio, lo que contrariando su importancia real como sujeto de decisiones económicas determina una disminución de sus posibilidades en la materia. Aquí, el acceso al mismo. Lo traemos a colación para remarcar la importancia de que la educación financiera de las jóvenes contemple esta discriminación, brindando herramientas para superarlas.

A continuación, el artículo en cuestión, que compartimos con ánimo informativo, para que los docentes, sobre todo del secundario, difundan a su vez en sus respectivas comunidades educativas:

 

“En noviembre de 2016 el Banco Central autorizó la creación de cajas de ahorro gratuitas para menores de edad para «facilitar sus operaciones económicas cotidianas, estimular la educación financiera de los jóvenes y fomentar la bancarización a través del uso de los medios electrónicos de pago». A partir de esta disposición, los menores pueden tener una tarjeta de débito a su nombre, extraer dinero de cajeros automáticos, comprar en comercios y hacer transferencias o pagos a través de cualquier medio electrónico: home banking, cajeros automáticos, apps para celulares, etc. El titular es el padre, madre o tutor, quienes pueden decidir el límite diario para los débitos.

Ya son varios los bancos que tienen este servicio. El Banco Nación ofrece las Cajas de Ahorro para Menores Autorizados a partir de los 13 años. Ese tipo de cuentas es transaccional (compras, extracciones, operación por home banking) y tiene asociada una tarjeta de débito para el menor. Por otro lado, el Banco Nación tiene en este momento programas educativos sobre este tema en Tecnópolis. (Fundación Lúminis: el programa en cuestión se llama “Un banco para los chicos” y se encuentra más información sobre el mismo en el siguiente link).

En el Banco Itaú los hijos menores pueden acceder a algunos productos partir de los 14 años»,El menor dispone de una caja de ahorros en pesos, una en dólares y una tarjeta de débito, administrando sus gastos en forma independiente. Pueden también operar por internet y aprovechar todas las funciones disponibles en home banking (pago de servicios, plazos fijos, compraventa de moneda, etcétera). Con la tarjeta de débito pueden realizar extracciones en cajeros automáticos y compras en comercios. Al generar su usuario de internet, ellos sólo podrán visualizar su propia cuenta, mientras que el cliente «tutor» podrá visualizar en su home banking su cuenta y la del menor, con la posibilidad de monitorear sus movimientos y transferirles dinero.

Ante estas opciones, hasta hace muy poco sólo factibles en el mundo de los adultos, cabe la pregunta ¿están los chicos preparados para manejar cuentas y tarjetas? ¿Tienen el conocimiento suficiente como para tomar las decisiones adecuadas? La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) tiene sus recomendaciones sobre este tema.

Muy conocida es la prueba que realiza la OCDE, que se llama Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA). Cada tres años se evalúa a jóvenes de 15 años alrededor del mundo para conocer y comparar conocimientos, y después compartir acciones que funcionan para mejorar la educación. Pero es menos conocido que, a partir de la prueba de 2012, se evalúa también la educación financiera en un capítulo al que la OCDE da una enorme importancia. Las preguntas están relacionadas con cuestiones prácticas como qué conviene más, comprar fruta y verdura por kilo o por cajón, o evaluar un mail que pide que se vuelque información bancaria que debería ser confidencial, entre otras temáticas.

En el capítulo «Desempeño de los países y regiones participantes en educación financiera», en 2012 y 2015 los resultados fueron similares. Y hay mucho por hacer teniendo en cuenta que en los países de la OCDE el 56% de los estudiantes del secundario tienen una cuenta bancaria.

En ninguna de las dos muestras que recopila PISA está la información sobre la Argentina (que por otro lado, fue descalificada de la prueba general en 2015), pero en el análisis de la información de 2012 hay algunas claves para entender que a nivel local hay un camino por recorrer. Ese año, la Argentina obtuvo en matemática el puesto número 59 entre 65 países, y su performance en ciencias y en lengua no fue mejor.

En 2012, sólo uno de cada 10 alumnos (en países como Bélgica, Australia, Nueva Zelanda y Polonia, entre otros) supo resolver las consignas más difíciles en materia financiera. Los que lo lograron, pudieron analizar los costos de las transacciones, calcular el balance de un extracto bancario teniendo en cuenta las comisiones por transferencia, entre otros aspectos. Quienes quedaron por debajo de la media de la OCDE apenas pudieron analizar las diferencias entre necesidad y deseo, tomar decisiones sencillas sobre gastos de rutina, reconocer la función de una factura y realizar operaciones numéricas básicas.

En 2015 participaron del análisis Chile, Brasil y Perú, los tres países con una baja performance.

En el secundario

«La inserción de la educación financiera en los colegios es uno de los elementos fundamentales de las estrategias nacionales», dice el informe de la OCDE. Brasil, por ejemplo, tiene un programa piloto en las escuelas para educar a los jóvenes en finanzas, porque «la gente financieramente educada está mejor preparada para cumplir objetivos, tanto individuales como colectivos, con lo que contribuyen a una base más sólida para el desarrollo del país», explican desde la OCDE. Otras ventajas, según la entidad, son la voluntad de obtener un título universitario y, posteriormente, un trabajo bien remunerado. Perú, por su parte, incorporó estas habilidades a la currícula en 2016.

En  Argentina, ante la consulta de La Nación, desde el Banco Central y el Ministerio de Educación dijeron que «en la actualidad el sistema educativo formal no tiene incorporadas las temáticas relativas a la educación financiera. Es por ello que este año el BCRA junto con el Ministerio de Educación de la Nación tienen un convenio para promover el desarrollo e incorporación de contenidos curriculares vinculados a la educación financiera en los distintos niveles y modalidades del sistema educativo nacional».

La primera etapa para alcanzar ese objetivo se está desarrollando mediante el proyecto «Habilidades Financieras para la Vida». «Se trata de un kit de herramientas de educación financiera para docentes realizado en coautoría entre el BCRA y la Dirección Nacional de Coordinación Pedagógica, dependiente de la Secretaría de Innovación y Calidad Educativa, para utilizar en escuelas de todo el país en el marco de un plan más amplio del Ministerio de Educación, el proyecto «Escuela Secundaria 2030″. Con estas herramientas los docentes podrán realizar en forma colaborativa e interdisciplinaria, distintas propuestas de trabajo para que los jóvenes puedan aprender a financiar proyectos (como los viajes educativos o de egresados) o bien para evaluar proyectos (costeo de estudios, gastos del hogar y economía familiar)», dicen expertos de ambos ministerios. Y agregan que «este año se realizará una prueba piloto en septiembre y octubre en la provincia de Córdoba y en 2018 se planea extender la capacitación a 200 escuelas secundarias de todo el país». (Fundación Lúminis: en línea con esto, en el siguiente link hallarán información sobre BCRA Educa, el programa educativo del Banco Central, que cuenta con una serie de herramientas formativas y didácticas para docentes, utilizables en las clases de Economía y otras asignaturas afines, con foco para alumnos a partir de los 15 años).

Mercado de capitales

«En los Estados Unidos la educación financiera es una materia muy importante en la educación superior», dice Carlos Olivieri, profesor de Mercado de Capitales de la Universidad Di Tella y director de compañías cotizantes. «Se enseñan los lineamientos del ahorro en mercados de capitales; en cambio, en la Argentina la gente se entera a los ponchazos ya que prácticamente no existe información. Entonces, sólo la gente de más dinero tiene acceso a estos beneficios».

Según el diario The Wall Street Journal, los jóvenes norteamericanos tienen más responsabilidad que las generaciones anteriores sobre su propia seguridad financiera. Para esto, deben conocer los productos financieros más complejos y desarrollados, y también los mercados del mundo. «Los teenagers americanos ya están tomando decisiones financieras», dice la profesora de la George Washington University School of Business, Annamaria Lusardi. Lo preocupante es que los jóvenes con buena performance en educación financiera en PISA sólo pertenecen a niveles socioeconómicos altos, por lo que actualmente se hace hincapié en la mejor enseñanza de esta materia en el secundario.

Asegura Olivieri que en la Argentina «ni siquiera la carrera de contador o los graduados en ciencias económicas tienen la información adecuada en materia de mercado de capitales. Se desconoce lo que es la inversión en bonos, acciones etc. No existe una cultura de la inversión, producto de las veces en que el Estado le metió la mano en el bolsillo a los inversores».

Ya desde la secundaria, Olivieri aconseja tener materias prácticas de economía y finanzas para que los chicos tengan una idea, por ejemplo, de lo que necesitan para pedir un préstamo o, algo muy importante: «Cuál es el costo financiero de las tarjetas de crédito si no se paga la factura. Es un costo demencial… Los jóvenes deben conocerlo para poder administrarse bien, especialmente, si tienen una tarjeta de crédito».

También afirma que es bueno que aprendan cómo colocar el dinero excedente si tienen ahorros y qué recaudos deben tomar. En cuanto al mercado de capitales, «se trata de tener un mercado financiero normal. Por el desconocimiento de la gente que no usa esta herramienta, las empresas no se pueden financiar para invertir», opina. «Por ejemplo, YPF se financia al 8% mientras que Exxon lo hace al 2%, y esto dificulta la competencia».

 

* “Educación financiera: una materia pendiente para jóvenes bancarizados”, de Paula Urien, para La Nación del domingo 20 de agosto de 2017.