Viejito Porteño. Un maestro en el toldo de Calfucura

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En 1856 el maestro Francisco Solano Larguía, tenía por alumno en su escuela de Buenos Aires a un hijo del gran cacique mapuche Calfucurá. El gobierno de la provincia completamente impotente para resistir los reiterados ataques de los indios a la zona poblada por los blancos, con su secuela de muertes, robos y cautiverios, decidió enviar al maestro y a su alumno a las tolderías del padre de éste, para intentar el rescate de los numerosos cautivos que allí existían y si fuera posible convenir un tratado de paz.
Gracias a un diario del señor Larguía, inédito hasta ahora, y a otros documentos de época podemos apreciar como se presenta ante los azorados ojos del pacífico maestro todo el salvajismo de la vida en las tolderías así como algunas actitudes de simpatía hacia su persona por parte del temible Calfucurá, totalmente incompatibles con la imagen que tenemos del fiero caudillo indígena.

En 1856 el maestro Francisco Solano Larguía, tenía por alumno en su escuela de Buenos Aires a un hijo del gran cacique mapuche Calfucurá. El gobierno de la provincia completamente impotente para resistir los reiterados ataques de los indios a la zona poblada por los blancos, con su secuela de muertes, robos y cautiverios, decidió enviar al maestro y a su alumno a las tolderías del padre de éste, para intentar el rescate de los numerosos cautivos que allí existían y si fuera posible convenir un tratado de paz.
Gracias a un diario del señor Larguía, inédito hasta ahora, y a otros documentos de época podemos apreciar como se presenta ante los azorados ojos del pacífico maestro todo el salvajismo de la vida en las tolderías así como algunas actitudes de simpatía hacia su persona por parte del temible Calfucurá, totalmente incompatibles con la imagen que tenemos del fiero caudillo indígena.