Bañxs de Damxs y Caballerxs

La igualdad entre el hombre y la mujer no debe significar nuevas violencias

23 abril 2018
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Tiempo atrás, la prensa nacional reprodujo el caso de los baños “sin distinción de género” de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la UBA: espacios unisex donde conviven sin separaciones mingitorios expuestos y cubículos con inodoros. La cosa nos motivó a reflexionar sobre la versión argentina de ciertos fenómenos globales, en este caso, el de los baños mixtos; y sobre cómo detrás de una aparente evolución puede haber en realidad diversas formas de violencia que nos devuelven otra vez al principio (o bastante cerca del principio).

Cada vez en más lugares del mundo se ve que los baños no tienen indicación de género. Esto surgió sobre todo para evitar la discriminación que esa taxonomía podía significar para personas que no se definen a sí mismas según la clasificación tradicional de “hombres” y “mujeres”.

Entonces, o a un mismo cuarto de baño cerrado podemos acceder a nuestro turno, tanto hombres como mujeres; o igual con una hilera de cubículos, también cerrados, que comparten por lo general la zona común del lavabo y los espejos. Hasta aquí, ningún problema y avanzamos en inclusión y respeto a las diferencia.

La propuesta de la FADU es más radical, porque como se ve en las fotos que ilustran estas reflexiones, se trata de baños con urinarios expuestos, que pueden usar todas las personas al mismo tiempo.

¿Significa esto una auténtica inclusión y la superación de prejuicios atávicos sin fundamento? Creemos que no.

El punto en este debate no es ya el género o el sexo de quienes entran al baño, sino su privacidad.

¿Por qué perder intimidad significaría ganar en inclusión?, porque si analizamos finamente, esa sería en definitiva la propuesta, aunque sus autores no se la hayan planteado de ese modo. Y los autores  son nada más y nada menos que los responsables de la Unidad de Género de una facultad dedicada a la construcción y a la funcionalidad humana de lo que se construye. Acaso, ¿no deberían  habérselo planteado?

La intimidad es un derecho de las personas, como seres humanos, antes de cualquier consideración de género.

Si extremamos el argumento para que se vea más claro, ¿qué diferencia hay entre un baño para todos juntos al mismo tiempo y la ausencia de baños? Total, a falta de intimidad da lo mismo cualquier lado y frente a cualquiera…

Por lo demás, pensar que el amontonamiento borra de un plumazo las diferencias, es un modo precario de encarar el asunto, y en ningún caso significa resolverlo. Las diferencias existen, y el desafío es vivirlas naturalmente, sin construir sobre su excusa divisiones artificiales que promuevan sometimientos.

¿No es esencialmente violento empujar a los hombres a orinar a la vista de las mujeres, o a las mujeres a ver a los hombres orinar?

Clarín, que hizo su propio relevamiento sobre la utilización del nuevo espacio para sus crónicas sobre el tema, detectó que “mientras 30 varones fueron al baño exclusivo para ellos, 7 fueron al que no distingue géneros. En el mismo lapso, 48 mujeres fueron a su baño exclusivo y diez usaron el recientemente implementado”. Sorprende que casi no hay diferencias entre hombres y mujeres sobre el punto: solamente el 19% de ellos y el 17% de ellas optaron por la novedad. No pensamos que sea nada más que por “falta de costumbre”.

Queda todavía una cosa más, circunstancial pero importante: en una sociedad aún enferma de violencia de género como la nuestra, ¿podemos pensar que las mujeres estén más seguras en baños como los de la FADU? El precio de la inclusión sería ya no solo la exposición, también la vulnerabilidad.

La cuestión de los baños y los géneros viene, decíamos al comienzo, dando que hablar en todo el mundo. En Ámsterdam, por ejemplo, una joven fue multada por usar un baño público para hombres.

Hay un detalle: en esa ciudad holandesa hay 35 baños públicos para hombres y solamente 4 para mujeres. ¿No es otra forma de violencia?

Holanda es marca de vanguardia y a veces la vanguardia no es lineal, ni pura evolución, como decíamos al principio sobre la Argentina y la FADU: a juzgar por las fotos que compartimos de los urinarios públicos de Ámsterdam, ¿no sería mejor más cubículos unisex?

Nos parece que propondrían una solución menos violenta: porque no forzaría a las mujeres en relación con los hombres en cuanto al número de baños disponibles; porque atendería mejor su mayor necesidad fisiológica de utilizarlos, porque evitaría injusticias como las de este caso: una multa por el atajo a un servicio que no se presta; y porque, por supuesto, permitiría que cada quien atienda sus necesidades en privacidad sin la doble violencia que se impone al que debe ser visto y al que debe ver.

El cubículo es una obra de ingeniería para ser escondido, ¡justamente cuando nadie lo está usando!

 

*”La intimidad compartida. Crece la tendencia de los baños unisex en bares, empresas y universidades”, por Julieta Roffo, para Clarín del 2 de septiembre de 2017.

*Fotos de Lucia Merle (FADU) y http://tengasepresente.blogspot.com.ar y https://www.nopuedocreer.com (Ámsterdam)

*”Urinarios para todos en las calles de Ámsterdam”, por Isabel Ferrer, para El País del 27 de septiembre de 2017

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