Rol docente y vínculos en la virtualidad. Entrevista a Diana Mazza. Boletín de novedades educativas N°107

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En el contexto de aislamiento social seguimos indagando claves para pensar cómo rediseñar el rol y las estrategias docentes en la modalidad virtual.
Con ese objetivo en este boletín entrevistamos a Diana Mazza, Doctora en Educación, Profesora de la UBA, e investigadora  y especialista en temas vinculados a la formación desde la perspectiva clínica. Mazza plantea referencias concretas para pensar sobre la organización del tiempo, los estados emocionales y las responsabilidades vinculares.
 Una síntesis de la entrevista:

-FL:- En este ciclo de entrevistas varios especialistas desde diferentes áreas  han observado una situación que se dio en el comienzo del pasaje de las aulas a la virtualidad en el contexto de aislamiento social preventivo (y que puede seguir sucediendo todavía en algunos casos): atiborrar de actividades  a los alumnos. Esas actividades son mensajes que se van enviando a los estudiantes y a sus familias (en el caso del nivel primario), como parte de una decisión institucional que pareciese tener por objetivo intentar llenar un espacio, y generar así una percepción de que hay un cumplimiento de la responsabilidad de educar por parte de la escuela.

A su vez esa situación genera una aceleración de la percepción del tiempo en cuanto al achicamiento de posibilidades de poder cumplir con tantos requerimientos, lo que provoca angustia y ansiedad.

 -DM:- Creo que lo que eso evidencia es  una falta de timing sobre lo que es la temporalidad propia del proceso.  Creo que en parte se debe a la falta de experiencia. Poder formular una hipótesis sobre el tiempo que le lleva a un estudiante cumplir con determinada tarea en este contexto tan peculiar es muy difícil. Por lo tanto, la primera reacción ha sido sobre abundar de propuestas, tomando como criterio aquello de “mejor que sobre y no que falte”. Es decir, frente a pensar una hipótesis respecto a cuánto tiempo le va a llevar a cada alumno cumplir con las actividades se ha sobreabundado con propuestas. Si a eso le sumamos exigencias institucionales, donde en realidad en más de un caso se les está exigiendo a los docentes que continúen sosteniendo el espacio, el resultado es ese. Creo que en un comienzo esa situación se puede justificar, y confío en que eso se va a ir organizando en la medida en que los docentes vayan teniendo indicios de qué es lo que se puede o no hacer en cierto período de tiempo.

Más allá de esto, hay algo que no debemos perder de vista: cada hogar, cada casa donde se encuentra cada alumno es un universo en sí mismo.  Con lo cual, evidentemente hay una apertura a situaciones tan distintas que se hace cada vez más difícil armar propuestas únicas.

-FL:- Muchas veces esas decisiones partieron a nivel institucional en las escuelas. Los docentes, por más que envíe un montón de actividades a los alumnos, también luego tienen que corregirlas, y eso les insume un tiempo de vida que en muchos casos supera el inicialmente dedicado al trabajo.

 -DM:- Sin duda. Este es un problema importante. Es decir, lo que tenemos es el fenómeno de falta de límites. Falta de límites y falta de encuadre. Dentro de la escuela, los encuadres están relativamente consensuados, y han sido consolidados a lo largo del tiempo. Un encuadre consensuado significa que hay un conjunto de reglas de lo que se espera que hagan los docentes, y de lo que se espera que hagan estudiantes. En este contexto los encuadres hay que redefinirlos. En un primer momento, tal vez esto haya sido un tanto crítico y caótico, lo que generó una pérdida de límites, con docentes agotados trabajando 24 horas al día durante los 7 días de la semana.

Este tipo de fenómenos lo que hacen es sumir al docente en una situación de agotamiento y de angustia en la que se le hace muy difícil cumplir su función. La respuesta frente a esto debería ser institucional, por medio del trabajo de los directivos, de los coordinadores pedagógicos en el caso de las escuelas primarias, y de los jefes de departamentos en el caso de las escuelas medias. Ellos deben establecer o consensuar encuadres que permitan darle como un marco de continencia a las propuestas. Me parece que ahí el trabajo institucional es muy importante, porque esta situación genera que se pierdan los límites del espacio y del tiempo. Este es un tema que está en la base del problema que mencionás, la pérdida de límites. Creo que definiendo encuadres se vuelven a establecer los límites.

-En materia de comunicación, sobre todo en el nivel primario, en esta situación ha aparecido un nuevo actor, o un actor que ya existía, pero tal vez de manera no tan presente en muchos casos: los familiares o los padres. Incluso cuando hay instancias de clases virtuales, en muchas oportunidades están del otro lado de las pantallas. ¿Qué análisis has podido hacer en relación a las demandas y exigencias que realizan en este contexto, respecto a las dinámicas propias de la relación docente alumno?   

-Esto, indudablemente, es uno de los cambios más fuertes. No he tenido un contacto directo con gente que esté trabajando sobre este teman en particular. En principio, me parece que hay mucha incertidumbre sobre esto. Los padres en la escuela primaria siempre están presentes aunque no lo estén en el aula. El cambio que tenemos aquí es que pasan a ser actores directos y responsables, de alguna manera, del trabajo didáctico. Frente a esto, lo único que podemos hacer es observar cómo se desarrollan los acontecimientos. No podemos teorizar mucho.  En este contexto los familiares de los chicos pasan a ser como andamios en el sentido cognitivo. Es decir, van a tener que aprender un rol bastante sofisticado como es promover que los alumnos puedan cumplir con las tareas, y realizar los trabajos sin hacerlos por ellos. Los padres no necesariamente se han formado para esto, como sí lo ha hecho un docente. Es decir que pasan a ser auxiliares docentes.  Es un desafío importante y  seguramente va a ser muy distinta la situación según los casos. Entiendo que en la escuela primaria las coordinaciones y las direcciones estarán trabajando para pautar un poco este tipo de intervención. O al menos se me ocurriría hacer algo de eso si tuviera que verme en la situación de tener que trabajar en ese nivel. Es decir, tratar de consensuar con los padres algún tipo de modo específico de intervención para que no se conviertan en un obstáculo, sino que se sumen al dispositivo de trabajo. Realmente los padres no han elegido tomar este rol. Se han visto obligados a tomarlo dadas las circunstancias. Y en este contexto, explicitar algunas cuestiones de encuadre, al menos a modo de recomendación, seguramente sería importante.

Enseñanza sin presencialidad: reflexiones y orientaciones pedagógicas. Lo que la pandemia nos deja: una oportunidad para pensarnos como docentes (CITEP, 2020)

 

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