Guía para copiarse en el aula (¡y en la vida!)Vigente

En vez de combatirla, ¡que la copia sea obligatoria!

24 febrero 2015
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¿Cómo reaccionamos los docentes ante tal aseveración? El emprendedor y tecnólogo Santiago Bilinkis explica en detalle, desde su punto de vista, porqué la copia debería dejar de ser sancionada en la escuela. ¿Se animan a enfrentar este nuevo paradigma?

Durante toda la historia hasta la llegada de internet, obtener un dato que no supiéramos (digamos, el nombre de un río de Europa), era complicado. Si tenías la suerte de tener una Enciclopedia en tu casa podías tratar de encontrarlo allí. Si no tenías una enciclopedia, tenías que ir a la casa de alguien que tuviera una o a una Biblioteca Pública. En un contexto así, intentar memorizar mucha información tenía sentido. La escuela se ocupaba de darte los datos y la evaluación consistía en demostrar que los habías memorizado y que podías explicarlos. Solo unos pocos profesores (usualmente los mejores) se atrevían a tomar pruebas “a libro abierto”.

En esta nueva época, CUALQUIER dato puede ser encontrado desde CUALQUIER lugar en unos pocos segundos. En este contexto, memorizar información se vuelve absolutamente irrelevante. El carácter digital de los contenidos hallados de esta manera, además, hace sumamente fácil “copiar y pegar” para usar lo escrito por otro sin esfuerzo alguno.

Para lidiar con este nuevo contexto, como cuenta en este artículo el NY Times, las instituciones educativas y los docentes vienen tomando medidas descabelladas! Por ejemplo, están incorporando el uso de softwares que detectan el material copiado, incorporando cámaras de monitoreo en las aulas y hasta prohibiendo comer chicle para no simular y hablar por celular con alguien fuera del aula.

En mi opinión, el camino para encarar este cambio debería ser exactamente el opuesto: aceptar (e incluso promover activamente) la copia.

La habilidad necesaria para el mundo que se viene no es más recordar de memoria datos de un tema en particular. La clave ahora pasa por saber:

1) Encontrar la información relevante sobre ese tema;

2) Validar la credibilidad de las fuentes; y

3) ser capaz de organizar información de múltiples fuentes de manera coherente.

Por eso, hace tiempo que vengo pensando que habría que cambiar por completo la manera de evaluar y basar los exámenes en tres reglas simples:

a) En la respuesta a una pregunta debe usarse material de terceros de al menos tres fuentes distintas.

b) Todo material escrito por otro debe ser acompañado del créditoa la fuente correspondiente.

c) El resultado de unir el material propio y el de terceros debe ser una exposición estar bien estructurada, coherentemente expuesta, no presentar duplicaciones ni redundancias ni tampoco fragmentos extemporáneos.

Cualquier estudiante que puede hacer de manera efectiva lo que estas tres reglas de arriba piden está, a mi juicio, mucho mejor preparado para vivir en este mundo que alguien que puede repetir de memoria todos los ríos de Europa.

A pocos días de iniciar el ciclo lectivo 2015, con técnicas educativas muy similares a las de 1915, esta propuesta para revisar la manera de evaluar (y con ella el esquema de premios y castigos implícito) puede ser un primer paso en la dirección correcta.

 

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